La piedra de Borriol

La piedra de Borriol

Hablar de piedra en Borriol es hacerlo desde diferentes puntos de vista, desde el trabajo cuidadoso y ancestral del paisaje de bancales del término pero también por las actividades extractivas de las canteras de l’Abeller y de otros lugares de nuestro municipio, que tienen varios siglos de tradición.

Caseta de piedra de la Sierra

Precisamente hace unos meses, en el mes de noviembre de 2018, el arte de construcción de muros de piedra seca, los conocimientos y las técnicas de este arte popular en países como Croacia, Chipre, Francia, Grecia, Italia, Eslovenia, España y Suiza, fue inscrito en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Este hito ha marcado el reconocimiento mundial de un arte milenario que forma parte de la cultura, la historia y el paisaje del territorio borriolense, transmitido de generación en generación hasta la actualidad.

Escaleras de piedra y ribzo en Cominells

Fruto de esta relevancia paisajística y de referente económico en otros tiempos, surgieron también en el año 2018 las I Jornadas de la Piedra Seca de Borriol, organizadas por la Asociación Cultural Amigos del Patrimonio de Borriol, con colaboración del Ayuntamiento de Borriol, que tuvieron continuidad también el año 2019 y esperan tenerla a lo largo de los próximos años. Estas actividades vienen a conmemorar el pasado histórico que nos ha caracterizado como colectividad desde tiempos inmemoriales. Porque hablar de Borriol durante muchos años fue sinónimo de “paredadors” y de “pedrapiquers”.

Pedrapiquers borriolenses en Almassora. Años 60. (Fuente: La Botalària, núm. 9, Segunda época, 2018)
Cantera de l’Abeller

Era muy común que terratenientes de otros pueblos vecinos, como Castelló, de la Pueblo, inclso de Valencia o Barcelona, contrataran los servicios de los “paredadors” locales que tenían que rehacer algún portico caído por las lluvias, construir ribazos en lugares inaccesibles para albergar algún algarrobo, también para remodelar un pozo o un aljibe en alguna finca particular o sencillamente para dibujar algún bordillo alrededor de algún árbol monumental, así como también para modelar la piedra como lo hacían los “pedrapiquers” borriolenses.

Paredadors borriolenses. Años 70. (Fuente: La Botalària, núm. 9, Segunda época, 2018)

Es, sin duda, la herencia más notable de nuestros antepasados, que ha tejido el territorio borriolense desde los lugares más llanos del valle hasta los cormos de los tozales y de las muelas que componen nuestro término municipal. Esta red de ribazos y de elementos de trabajo de la piedra seca nos ha conformado también en nuestro proceso identitario, porque asociamos nuestros sentimientos a nuestra tierra, a su paisaje, al binomio piedra y Borriol.

Bancales del barranco de Cominells

Porque la técnica del trabajo de la piedra seca, contrariamente al que se ha pensado durante mucho tiempo, es el máximo exponente de la arquitectura popular en nuestras comarcas. Y, como tal, hay que preservarla para las noveles generaciones que nos sobrevendrán, siendo conscientes que el oficio de los “paredadors” sufre en la actualidad una mengua casi irreparable en las economías locales de nuestros municipios.

Ribazos con almendros en la Sierra

Para más información, podéis hacer click aquí y leer el artículo de Vicent Falomir del Campo, La pedra en sec a Borriol, presentado a les VII Jornadas Culturales de la Plana de l’Arc, celebradas el año 2002 a la Serra d’En Galceran.